No sé que puede ser más excitante, si ese traje de leopardo que atestigua que es una gata puta, o la actitud en sí que lo comprueba. Con esos rulos y esa sonrisa de comedora de polla experta es imposible no querer follarla.
Y eso que todavía no muestra su tajo, porque cuando deja ver su empanada de carne, nos entra hambre y queremos quedar llenos de haber comido eso.
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